Todo el mundo ha experimentado en algún momento un doloroso sentimiento de vergüenza por la acción de otra persona. Parece que alguien más está siendo deshonrado, pero quieres huir o volverte invisible. Es paradójico que podamos avergonzarnos de alguien que no se siente incómodo: ésta es la vergüenza española.
El origen de este término no se conoce con exactitud. Hay varias versiones, la más plausible parece ser una referencia al Reino Unido a finales de los 90. En ese momento se proyectaban en las pantallas series de televisión españolas monstruosamente inverosímiles. Lo absurdo de las tramas y la torpeza de la actuación provocaron un agudo sentimiento de vergüenza en el público. Se sentían avergonzados por los creadores de semejantes tonterías.
¿Quién siente la vergüenza española?
Las personas que son propensas a un fenómeno como la «fusión» son las más susceptibles a este fenómeno. No se separan del mundo que los rodea; todo lo que sucede a su alrededor está relacionado con ellos. Así, asumen parte de la culpa de lo que está pasando y experimentan un estrés enorme.
Las barreras sociales contribuyen. No todo el mundo puede perder el tiempo, cometer errores, parecer estúpido y seguir siendo ellos mismos. Muchas personas se ven constreñidas por tales manifestaciones. Habiendo sido testigo de la liberación de alguien, inconscientemente se niega a aceptarla. Rechazando así tu verdadero “yo”, experimentando miedo al rechazo y otras emociones traumáticas.
En algunos casos, la vergüenza española va acompañada de diversas manifestaciones físicas. Fiebre, enrojecimiento, sudoración, temblores.
Las personas especialmente sensibles experimentan toda la gama de emociones embarazosas cuando ven películas o series de televisión. Incluso al darse cuenta de que todo lo que está sucediendo es una puesta en escena, no pueden hacer frente a la sensación de incomodidad.
Lenguaje científico
Se ha demostrado que la vergüenza empática es una función mental importante. En el proceso de evolución, el cerebro se desarrolló, se formaron reacciones dependiendo de las necesidades del individuo.
Es fácil suponer que la capacidad de leer y experimentar las emociones de los demás se desarrolló inicialmente como una función colectiva protectora. En pocas palabras, una persona de la tribu tenía miedo del crujido, el resto consideró su reacción y comenzó a actuar con más cuidado, evitando así el ataque de la bestia salvaje. Con el tiempo, además de las reacciones defensivas clave, la empatía se desarrolló en toda su diversidad y, por lo tanto, la gente experimentó vergüenza empática.
Desactivar la opción de vergüenza en español
Para la mayoría de las personas, la vergüenza empática es similar a la piel de gallina u otras sensaciones extrañas.
Para un tipo de personalidad ansiosa, la situación es algo diferente. La vergüenza española causará angustia y se repetirá una y otra vez, socavando la psique y exacerbando el ya ansioso estado. Desafortunadamente, no es posible desactivar la opción de vergüenza en español. Es parte de nuestro cableado humano, una de las muchas facetas de la empatía. La buena noticia es que las reacciones provocadas por la vergüenza empática son susceptibles de técnicas de autorregulación y se minimizan.
Receta para una vida tranquila
Una cucharada de terapia cognitiva, una pizca de conciencia de la terapia Gestalt, varias prácticas de relajación, añade pensamiento crítico al gusto.
El Reframing es una excelente práctica de la terapia cognitiva. Si no es posible cambiar algo, cambia tu actitud hacia ello. Si la vergüenza española no se puede apagar ni medir, basta con mirar este fenómeno desde un ángulo diferente. Al cambiar tu actitud hacia este fenómeno, tus sentimientos y consecuencias cambiarán automáticamente. Puedes actuar como investigador u observador. Dígase en su interior que este sentimiento «resalta» matices que antes no eran obvios y a los que vale la pena prestar atención. Por ejemplo, si la reacción es muy fuerte, entonces el dueño de esta reacción es una persona empática, capaz de empatizar y sentir a los demás.
La conciencia ayudará a separar áreas de responsabilidad y a establecer límites. La vergüenza de otra persona está fuera de tu zona de influencia. No puedes ser responsable de esto. Las acciones de otras personas no tienen nada que ver contigo. Las consecuencias emocionales de estas acciones también deberían permanecer fuera de tus límites.
La relajación mediante prácticas sencillas de respiración ayuda mucho cuando sientes que la vergüenza española está a punto de abrumarte. Por ejemplo, respiración cuadrada. Cada acción de cuatro cuenta: inhalar durante 4 segundos, hacer una pausa de 4 segundos, exhalar durante 4 segundos. Un ejercicio muy sencillo y siempre accesible: respira profundamente y exhala, repite tres veces.
Pensamiento crítico. La gente tiende a exagerar todo. Esto genera ansiedad, que a su vez exagera todo hasta niveles críticos, provocando pánico. Es importante no dejar que esto se desarrolle. Deténgase en la autoinflación y piense en cuáles podrían ser realmente las consecuencias de lo que ve. Y por el que se encontró en una situación ridícula, y por ti. Como regla general, ninguno. Las personas que te rodean bromearán o se reirán y lo olvidarán en un segundo.